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Editorial

La evolución digital y el reto de una comunicación asertiva en Bolivia

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Vivimos tiempos de transformación vertiginosa. En el escenario boliviano, los medios digitales han dejado de ser una promesa para convertirse en protagonistas. Plataformas en redes sociales, canales en línea, portales informativos y podcast emergentes han reconfigurado por completo el ecosistema comunicacional. Pero con esta evolución también surgen desafíos urgentes: la veracidad, la calidad y la responsabilidad en el ejercicio de informar.Los medios tradicionales –radio, televisión, prensa escrita– durante décadas fueron los pilares del debate público y la construcción del imaginario nacional. Su papel sigue siendo fundamental, sobre todo en regiones donde el acceso a internet aún es limitado. Sin embargo, la irrupción de los medios digitales ha descentralizado el poder informativo, abriendo el micrófono a múltiples voces, pero también –y peligrosamente– al ruido, la desinformación y las noticias falsas.Entre los fenómenos más notables del mundo digital se encuentra el auge de los podcast. Estas plataformas son mucho más que una moda: son una nueva forma de conectar, reflexionar y comunicar desde la autenticidad. Lo valioso de este formato es que permite a más personas expresar sus ideas, experiencias y conocimientos. Todos, de alguna manera, tenemos ese talento de comunicar. Pero para hacerlo de manera efectiva, ética y asertiva, es fundamental capacitarse y estar en constante aprendizaje.En Bolivia, esta transición digital ocurre en medio de una polarización creciente y una ciudadanía cada vez más crítica, pero también vulnerable a los contenidos manipulados. La facilidad para difundir información no siempre va acompañada de responsabilidad editorial, y eso representa un serio riesgo para la democracia, la convivencia y el derecho a la información veraz.Por eso, el reto hoy no es solo tecnológico, es ético y comunicacional. Necesitamos construir una comunicación más afectiva –que conecte emocionalmente con la ciudadanía sin manipularla– y más asertiva –que informe con claridad, equilibrio y propósito. Esto implica apostar por contenidos con contexto, que expliquen más que escandalicen, que contrasten datos antes que generen clics, y que prioricen la formación de criterio sobre el sensacionalismo.La evolución digital no debe significar la muerte del periodismo serio ni la banalización del contenido. Al contrario, debe ser una oportunidad para fortalecer el rol de los medios como actores sociales, capaces de tender puentes entre el Estado, la sociedad civil y las comunidades. La colaboración entre medios tradicionales y digitales puede generar sinergias valiosas: experiencia y rigor por un lado; agilidad y alcance por el otro.Y en este proceso de constante aprendizaje, también es importante entretener con responsabilidad. Comunicar no solo es informar; también es acompañar, educar, inspirar y divertir. Pero el entretenimiento no puede estar desligado del respeto, del contexto ni del momento. Por eso, se debe tener mucho cuidado con lo que se habla y el horario en el que se emite un contenido. No toda información es adecuada para todo público ni para cualquier momento.Finalmente, recordemos que cada día es una nueva oportunidad de aprendizaje. Comunicar con responsabilidad es una labor que exige preparación, empatía y compromiso. La comunicación no solo informa: transforma. Y en tiempos donde todo puede viralizarse en segundos, la formación y la ética deben ser el corazón de cada mensaje.Bolivia necesita una prensa valiente, libre, y ahora más que nunca, verificada. Solo así podremos garantizar que el acceso a la información sea también acceso a la verdad.

Leidy Uyuly Peña

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